Existen varios criterios de cómo debe ser la relación de los padres con sus hijos. Es muy común escuchar a personas de diferentes profesiones, edades y culturas decir que los padres deben ser amigos de sus hijos.
Los defensores de esta teoría plantean que si eres amigo de tus hijos, esto hará que la relación sea mucho mejor, que exista más confianza y que ellos no te vean como alguien que no los entiende.
También se plantea que si te muestras como su amiga ellos te contarán y te confiarán todas las cosas sin reparo. Que no hay secretos y que se ponen de acuerdo antes de hacer las cosas para evitar disgustos. De esta manera nadie manda y todos están de igual a igual.
Esta teoría parece ser muy cómoda pero está más parecida a una relación de amistad. Además está destinada al caos y a que nada funcione como debe ser ya que no hay líder.
La otra teoría es la que defienden algunas personas que dicen que las relaciones padre-hijos deben ser bien estrictas, que los padres siempre tienen la razón y son los que mandan. Esto suena muy autoritario y da mala espina. De esta manera estaríamos negando el papel del amor y el respeto en la relación y se favorece la falta de tolerancia.
Por eso les propongo un análisis para que después cada uno llegue a sus propias conclusiones. . . aunque las mías por supuesto se las diré desde ya.
Para comenzar tenemos que entender claramente qué significa amistad.
La amistad es una relación afectiva que se establece entre dos o más personas y que tiene su base en la lealtad, la tolerancia, la complicidad, la igualdad, el respeto, la sinceridad, el compromiso, la solidaridad y el beneficio mutuo.
Es una relación donde ninguno tiene autoridad sobre el otro. Los amigos se deben beneficiar mutuamente de esa relación.
Es una relación que además va unida a una época o una circunstancia de la vida. Es decir, en nuestra etapa de juventud hacemos amigos que no todos se mantienen cuando llegamos a la adultez. Hay amigos de toda la vida y hay otros que podemos ubicarlos por épocas. Y es que cuando los intereses cambian, cuando la complicidad se rompe o cuando ya esa amistad no es beneficiosa para ambos, aunque no se acabe se va quedando en el recuerdo.
Muchas de estas premisas deben estar en la relación de los padres con sus hijos, como por ejemplo el respeto, el amor, la solidaridad, etc. . . pero las otras no.
Partiendo de lo que es la amistad, está más que claro por qué los padres no pueden ser amigos de sus hijos, porque si lo fueran no estarían cumpliendo con su papel y rol de padres.
Por ejemplo, los padres nunca pueden tener con sus hijos una relación de igualdad, porque existe una jerarquía que es inviolable. Los padres son los que deben dirigir y guiar la vida de sus hijos.
Son los que deben establecer las normas y hacer que se cumplan y ya esto los deja sin igualitarismo.
Los padres son los guardianes del bienestar, la seguridad y el crecimiento de sus hijos y esto les da un nivel de responsabilidad donde no cabe la relación de igual a igual.
Por ejemplo, no vas a permitir que tu hijo se acueste a las 3:00 de la madrugada viendo la tele porque sabes que debe dormir, que debe tener un horario para ver la tele aún cuando no tenga escuela al otro dia. Tampoco vas a permitir que tu niño coma galletas todo el dia, o que salga sin zapatos a la escuela, o que se suba en la ventana. La misión de los padres es de protección, de guia y esto nada tiene que ver con una relación de amistad.
Esto a un amigo no se lo dices. . . no le pones reglas porque en una relación de igual todos hacen por igual y deshacen también. . . porque ahí vamos a otra característica que no puede cumplir la relación padres-hijos, y me refiero a la complicidad.
Lo amigos son los mayores cómplices de la vida, y si ahora los que me leen recuerdan alguna etapa de sus vidas en la que hicieron algo no muy bueno, recuerden quienes fueron sus cómplices: los amigos. Son ellos los que nos tapan aquellas escapadas de casa, o aquella relación temprana que los padres no sabían, o aquel dia en que probamos una cerveza aún sin la edad para hacerlo. . . y así para qué vamos a seguir si cada uno de nosotros tendrá una experiencia que contar.
Con los padres no se puede tener esa complicidad, porque los padres son quienes ponen las reglas y cuando se violan las reglas hay consecuencias que son ellos los que las hacen cumplir. Y es que así es como educamos a los hijos. Es que los padres ya sabemos que la vida tiene muchos recovecos donde se pueden perder los niños y no queremos ni debemos permitir eso.
Otro punto es la relación de intimidad sin límites que tiene la amistad. A un amigo se le cuenta lo más personal e íntimo que se pueda escuchar. . . pero a los hijos nunca. No es necesario ni saludable que los padres establezcan con sus hijos conversaciones de temas íntimos. No está bien que los padres cuenten a sus hijos cosas íntimas de su vida. Esto no es tener confianza, esto es romper la envoltura de la relación más tierna que existe.
Para explicar sobre sexo a su hijo, por ejemplo, no tiene que decirle detalles de su vida sexual. El profesor de sexualidad no habla de su intimidad, habla de consejos demostrados por la ciencia para que se lleve una vida sexual saludable y eso mismo es lo que se hace con los hijos.
La experiencia de los padres les sirve para que les orienten a su hijos sobre, por ejemplo, la protección a la hora de tener sexo, o sobre las enfermedades de transmisión sexual. Hay que educarlos en la sexualidad pero además hay que saber escucharlos y acompañarlos en cada una de sus diferentes circunstancias, que sepan que siempre encontrarán abrigo emocional y la ayuda para resolver conflictos. Hay que hablar de sexo con los hijos sin vergüenza, sin prejuicios, pero desde nuestra posición de padres y eso lleva una barrera que somos nosotros los que jamás la debemos cruzar. No nos estamos confesando con nuestros hijos, les estamos alumbrando el camino y dejando la puerta abierta para que ellos siempre entren a tener esta conversación con nosotros.
No es correcto pensar que si no somos abiertos con nuestro hijos ellos no tendrán confianza.
La confianza se gana de otra manera: se gana con amor, con respeto y dejándole saber a tu hijo que siempre estarás ahí para el.
Por otro lado, tampoco la relación debe ser autoritaria. Una relación basada en el autoritarismo no es una relación recomendada para la crianza.
Los padres son mayores, han vivido más , tienen más experiencia y por tanto saben qué es lo mejor para sus hijos, aún cuando los hijos no lo entiendan.
La relación padre-hijo siempre se debe basar en el amor y el respeto mutuo. A los niños se les debe escuchar y tener en cuenta lo que piensan, pero no significa que hay que hacer siempre lo que ellos quieren. No significa que las decisiones sean ellos las que las toman, o que hay algo que no hacemos simplemente porque el niño no quiere. No, ellos pueden opinar, aunque no siempre puedan votar o cambiar la decisión final.
Hay que entender que estas cosas cambiarán con el tiempo, habrá una época, cuando son pequeños, en que tengamos que decidir todo por ellos y al pasar del tiempo hay cosas en las que se puede ceder, y que sean ellos quienes decidan. Siempre y cuando no sea algo que atente contra su desarrollo saludable.
Hay muchos a los que no les gusta reconocer que la relación padre-hijos es una relación de jerarquía porque lo asemejan a una relación de cero tolerancia cuando no necesariamente es así.
La relación con los hijos sí es jerárquica, sí debe ser con autoridad, estableciendo límites y normas de comportamiento pero por supuesto debe ser una relación buena pero sin confundirnos… no son amigos.
Son padres e hijos, pero no amigos o amigas. Es usual que los padres para decir que tienen una relación buena con sus hijos dicen, “Mi hija y yo somos las mejores amigas.”
No, su hija y usted tienen muy buena relación pero no son amigas.
Ser padres es una tarea complicada y es preciso que sepamos que no hay que ser estrictamente duros ni tampoco llegar al extremo de ser permisivos. Cada edad trae nuevos retos y también hay que replantearse la forma en que se educa.
A los padres nos toca educar y con nuestra conducta se irá marcando la línea que nunca ellos deben pasar y me refiero a que los hijos siempre deben saber quién está al mando, quién es el líder.
Somos los padres los que debemos saber en qué momento se cede y en cual se exige. Somos los timoneles del barco que si soltamos el timón se va a la deriva.
No podemos esperar que nuestros hijos siempre estén felices y complacidos con nuestras decisiones. No siempre será fácil establecer una regla sin que ellos se enojen, pero ahí es donde debemos entender que la misión no es complacer sino enseñar.
Los padres no somos, o no debemos ser, los tiranos de nuestros hijos. No debemos llevar una relación totalmente vertical donde nosotros mandamos y ellos solo tienen que obedecer.
Pero tampoco somos sus cómplices, ni ellos nuestros confidentes. No es una relación horizontal de igualdad donde nadie está al mando. Ni tan vertical, ni tan horizontal
Los padres no somos los amigos de nuestros hijos porque somos algo más grande.
Si comparamos la relación padre-hijo con una amistad, la estamos minimizando. Le estamos quitando importancia y relevancia a la relación más fuerte y hermosa que existe.
Nunca un amigo será mejor que tus padres. En la vida tendremos muchísimos amigos, pero solo tendremos una madre y un padre. Y esa relación que se establece es eterna y va más allá de la vida.
Yo no soy la amiga de mis hijos, soy mucho más que eso: soy su madre y ellos mi misión en esta vida. No siempre estamos de acuerdo, no siempre ellos están felices con mis decisiones, ni yo con sus acciones. Tenemos una relación hermosa pero donde yo ocupo un lugar y ellos otro y eso lo tenemos claro, sobre todo yo.
Ni soy su amiga, ni ellos los míos. . . tenemos la relación más sagrada, real y eterna que existe y nada hay mayor ni mejor que ello.
Les mando un abrazo,
jaime says
buen DÍA, excelente post, las claras diferencias entre una cosa y otra y el equilibrio entre ellas esta muy bien marcadas, saludos.
Giselle says
Muchisimas gracias por la visita y el comentario.
Saludos ,
Giselle
keren says
Hola,
Interesante, la barrera de hablar de lo intimo siempre me he preguntado si era que otras personas sí lo tenían con sus padres. Eso me hacia pensar en esa relación que ni tan amigos ni tan padres. Pero creo que acierta y argumenta bien sus palabras para darse cuenta de lo que quieres decir, una relación demasiado intima da rienda suelta a que hagan lo que quieran sin limites, (Demasiado permisivo) y de vez en cuando hay que dar el mazazo encima de mesa para dar la autoridad. Entiendo, pero ser padres, no es tarea fácil.
Un saludo y muy interesante.