Hoy es uno de esos tantos días en que me convenzo de que una de mis misiones en esta tierra es ayudar y servir a otros. Por diferentes razones, me he visto en la vida en la posición de poder ayudar a otras personas y créanme que lo he hecho con una gran satisfacción. Aunque no las busque es inevitable que lleguen a mi personas y situaciones en las que siento que me debo involucrar para dar una mano a quien hoy necesita de mí, de diferentes maneras.
Cada vez que tengo la posibilidad de poner a mis hijos frente a la necesidad de otros lo hago, porque creo que no hay mejor manera de transmitir y enseñar emociones que viendo la vida de cara a ella. Esos son los momentos en que aprovecho para que vean que siempre hay que agradecer lo que se tiene por poco que a uno le parezca. Que hay que agradecer además la oportunidad que te da la vida de estar hoy en el lado de los que dan y no de los que reciben. Les dejo ver y saber cómo la vida no ha sido generosa con otras personas y que no siempre la realidad de uno es la más dura y difícil.
En esos momentos es cuando te miras y analizas lo que a veces te quejas de lo que aún no has podido tener o sin darte cuenta ambicionas de la vida de otro, pero la vida nunca deja de enseñar y de dar las lecciones más lindas, y es cuando ves cómo hay personas que se solidarizan y ofrecen su mano aún sin conocer a quien necesita ayuda. Esos son los momentos de los que prefiero agarrarme y ver lo grandioso del ser humano. Al mismo tiempo no entiendo como muchas veces en la vida quien más tiene no es quien más da. Sino que las personas más humildes son las más grandes de corazón.
Cuando ves a niños (como tus hijos) carentes de las cosas más elementales y cuando ves en sus caritas la alegría dibujada después de que le regalas un juguete simple e incluso de uso, te sientas y quieres a esa hora analizarte. Si, a es ahora solo te repites a ti misma, “¿Cuántas personas hay en el mundo que están necesitando ayuda y ni lo sabes? ¿Cuánta gente hay a la que la vida la ha llevado de la peor forma? Y entonces te preguntas… “¿Y yo de qué me quejo?”
En ese momento te das cuenta que dar es una buena manera de dar gracias a la vida por lo que a tí te ha dado, por tu familia, por las personas que te han ayudado y simplemente por la vida. Es una manera de sentirte humilde y en paz contigo. Por eso hay que mejorar este mundo porque nadie merece vivir bajo violencia y miseria y mucho menos un niño. Esto quiero que mis hijos lo vivan, que lo aprendan y que lo sientan porque en la medida en que criemos niños más empáticos con el prójimo, estaremos limpiando este mundo de muchos males.
Cómo desarrollar en tus hijos la empatía y solidaridad con las personas:
- Deja que tus hijos vean el mundo que les rodea y sus matices.
- No le des a tu hijo lo que no puedes, dejarle saber de los sacrificios que haces para proveer sus cosas es enseñarles a ser considerados.
- Háblale de los sentimientos de compasión, igualdad y respeto.
- Enséñale que la humildad es lo que te hace grande.
- Haz que se desarrollen en un hogar libre de violencia.
- Enséñale el valor de las cosas y que se las merezcan.
- Nunca pagues por algo que no lo vale solo por complacerlo.
- Enséñale a pensar en ti, su padre y en el resto de los miembros del hogar.
- Desarrollar el interés por los demás es vital. Edúcalo en ello.
- Enséñale a ser amable.
- Basta de ostentar, edúcalo en que las cualidades son las que valen.
- Enséñale el valor del esfuerzo, y que sin él no hay resultados.
- Enséñale a donar lo que no necesiten o ya no usen.
- No acumules cosas en casa que no uses.
- No compres cosas en exceso y mucho menos si no lo necesitas.
- No los eduques en las marcas, un par de zapatos es valioso por la función que cumple no por la marca que lo firma.
- Enséñale a ponerse en el lugar de los demás.
- Propicia los momentos para que se relacionen con otros niños de diferentes estratos sociales.
- Déjales ver que la felicidad no es directamente proporcional al dinero.
- Enséñalos a ser agradecidos y valorar a quien les brinda ayuda.
- Este es el último, pero el primero y más importante… críalos en armonía y rodeados de amor.
Como ves, hay mucho que puedes hacer para que tu hijo sea uno de esas personas que no le tienen amor a lo material y que se sienten felices al poder ayudar a quien lo necesita.
No le muestres solo el lado lindo de la vida, déjalo que vea otras realidades.
Si quieres tener un jardín lleno de flores, aprende a sembrarlo con tus propias manos.
Si quieres que tu hijo el dia de mañana sea una persona que valore a sus padres, a sus amigos y que esté siempre dispuesto a brindar su mano, empieza hoy a sembrar tu jardín. . .
Porque la vida no es siempre color de rosas y dar es mejor que recibir.
Un saludo,
Leave a Reply