La vida de esta época cada día es más agitada y mucho menos enfocada en cosas pequeñas que hacen al mundo grande. Soy amante de la tecnología y su poder inmenso (aunque les confieso que ese mundo tecnológico es para mi un espacio complicado y un poco desconocido). Lo que sí veo es que la tecnología nos roba mucho de ese roce e interacción que necesitamos para nuestro crecimiento como seres sociales.
La tecnología es algo de lo que no escapamos ninguno de nosotros; nuestros hijos, esposos, amigos y nosotros mismos. Vivimos pendientes a nuestros teléfonos que ya se han convertido en parte de nuestro cuerpo.
Por desgracia viví gran parte de mi vida si tecnología. . . (así como lo escucha, aunque esto parezca increíble). Esto puso un freno muy grande en el desarrollo tecnológico de mi país y nos ató de manos a todos, incluso profesionales porque no teníamos la oportunidad de explorar el maravilloso mundo de la internet. Esto, como todos los extremos en la vida, fue terrible porque no podía conocer del mundo más allá de mis ojos. No podía interactuar con personas, amigos o familia que no estaban cerca. Era como si vivieran en otro planeta, cuando realmente era yo la que estaba en una caverna de la época primitiva.
Entonces en el mundo del internet, el otro extremo pues me doy cuenta que las personas prefieren interactuar con otros que están lejos (e incluso ni conocen) dejando de prestar atención a quien está cerca. Si estás en una reunión entre amigos, es muy común que todos estén en su teléfono. Hay momentos en que nada pasa ahí donde están, todos callados. Casi nunca sabes lo genial que fue el encuentro para tus amigos hasta que no entras en las redes sociales y ahí ves que tu amigo se tomó muchas fotos, que se veía feliz e incluso que escribió que estaba emocionado por el encuentro. Pero tú, que estabas ahí, nunca lo supiste de su boca. . . nunca lo viste tan divertido.
Y es que la tecnología como todo hay que usarla con prudencia. Hay que saber cuando y hasta cuando dejar el teléfono a un lado.
No hay red social que pueda darte tanta satisfacción como el reír con una amiga a su lado, el darle un abrazo y rememorar los tiempos de adolescencia. Ninguna conversación de texto tendrá la emoción, el matiz y la carga de energía que ofrece hablar de frente con alguien. Y para nada estoy atacando ni en contra de las increíbles plataformas sociales que conectan a las personas. Yo amo las redes sociales porque gracias a ellas puedo estar en contacto con familiares y amigos que están lejos, muchos de los cuales hace años que no veo y que de no ser así ni siquiera pudiera conservarlos. Yo más que nadie se el valor del mundo de la internet porque crecí sin esa libertad.
Ese no es el punto, me refiero a las personas que están cerca de ti. Me refiero a nuestros hijos que en ocasiones tenemos que decir tres veces su nombre para que reaccionen porque están dentro de su celular. Me refiero a la reunión de amigos donde nos perdimos el reírnos mirándonos a los ojos. Me refiero a quienes tienen que leer en una de las redes hermosas palabras que no fueron dichas de frente.
Esto se ha convertido en un problema porque la cena familiar ya no lleva 6 sillas. Si contamos los celulares en la mesa hay muchos más comensales. Entonces, debemos equilibrar esto porque el celular es algo muy importante que puede incluso salvar tu vida. Valioso es pero no puede alejarte de quien está al alcance de tu mano. La cena en familia hay que disfrutarla. El domingo sentada en el parque bajo los árboles hay que levantar la vista del celular y ver los pájaros, las personas que pasan, los niños que juegan. Esas son vivencias que enriquecen nuestra alma. Jugar con nuestros hijos, conversar con los que son mayores y contarles anécdotas es algo que les quedará para toda la vida.
Este mal uso del celular y otros aparatos electrónicos al final provoca que las personas pierdan roce social, que se sientan solas e incluso puede terminar en depresión. No te deja expresar tus alegrías, tristezas y preocupaciones. Los jovenes hoy dia en muchas ocasiones tienen un vocabulario limitado a la hora de sostener una conversación con otra persona. Ellos prefieren textos, frases ya hechas, hashtags y no tener una comunicación verbal.
El hombre es un ser social, es decir tiene que estar en comunicación y contacto con sus semejantes. Conversar con una persona mirándole a los ojos nos enriquece, nos permite observar sus expresiones. Nos aporta detalles que pasan desapercibidos en un mensaje escrito. Además, nada escrito se interpreta de la misma manera que si lo expresas de frente a alguien.
Adoro escribir, leer un libro, tomar una foto y ver mis amigos en la redes, pero nada disfruto más que cuando comparto con mi famila y con mis amigos. Cada día es realmente un día menos, así que disfruta de tus seres queridos y amigos porque esos son los momentos que se convertirán en los recuerdos de mañana y serán los que quedarán.
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