Hay un momento en la vida en que el día de tu cumpleaños se convierte en un día de recuerdos, de reflexiones y de mirar atrás el camino recorrido. Si, porque cuando eres niña esperas con ansias tu cumpleaños. Yo recuerdo que días antes ya contaba los días que faltaban para la fiesta, los juguetes, el pastel y el disfrutar que todos te dijeran felicidades y te cantaran. ¡Que hermosa es la niñez!
Hoy es mi cumple, un dia especial por supuesto porque además cumplo 50 años, y desde la mañana me lo he estado repitiendo para ver si siento algo diferente… es ya media rueda, como dirían en mi país. ¿Y saben qué? No siento nada diferente a lo que sentía ayer, solo que me doy cuenta que ya he aprendido cosas claves en la vida. Hoy sentí deseos de escribir sobre este “acontecimiento,” el día en que llegué a los 50 (jajaja). No sé realmente qué quiero decir más que todo lo que viene a mi mente.
Cuando llegas a media rueda te das cuenta que ya desde hace muchos años no esperas con ansias el día de tu cumple, porque aprendes a vivir con ansias cada día.
Te das cuenta que no importa si no celebras hoy porque no puedes, lo que importa es poder celebrar la vida mañana.
Te das cuenta que las fechas solo son estadísticas pero los días y sus momentos son la vida.
Cuando miras atrás y ves cuántas personas amadas e importante en tu vida ya no están 🙁 aprendes a valorar mucho más a las que tienes. Aprendes que cada momento al lado de ellos es algo que nadie ya te lo quita y lo ves como un logro, una bendición y el mejor de los regalos.
Cuando revisas tu historia y te das cuenta cuantas veces lloraste por una tontería, o cuantas veces peleaste con una amiga, o lo que sufriste por aquel amor de juventud… hoy ves que, aunque eso no valía la pena y que no tenía sentido tu enojo, gracias a esos momentos has aprendido tus lecciones. Hoy no lloras por tonterías, hoy no llamas amiga a cuanta persona se cruza en tu vida, aprendiste cuáles son las de verdad. Esas siguen ahí, ya no pelean, ahora se ríen de lo pasado, se dan fuerzas, se aplauden y los reencuentros se vuelven acontecimientos.
Hace muchos años lo que espero con ansias son las celebraciones de mis hijos, esas son las que me hacen más feliz y hasta para la que busco mi mejor look.
Hoy mi mente me trae muchos recuerdos, pero me trae además muchas reflexiones unas de las que me siento orgullosa, otras no tanto y unas en las que me doy cuenta que me equivoqué. Sí, porque me he equivocado y en ocasiones de principio a fin y creo que muchas veces. Hoy veo que soy el resultado de lo aprendido, de lo sufrido, de los errores y de las lecciones.
Cuando eres joven disfrutas una gran fiesta llena de personas de las cuales a lo mejor solo 5 te quieren de verdad… bueno 5 es muy poco, ¿no? Digamos 10 te quieren de corazón pero en la fiesta hay 25 que los conoces, qué se ríen juntos, que bailan. Bueno, cuando llegas a esta edad, solo quieres compartir con esos 5 o 10 de verdad, porque aprendiste que para una fiesta sobran los invitados pero que en los momentos feos de la vida solo esos 5 o 10 han estado ahí.
¿Y saben qué? Eso es una bendición, el hecho de haber limpiado tu vida y tu camino de personas que sobran. Puedo decir a gritos que soy bendecida por la familia y los amigos que tengo… y créanme que son mucho más de 10 y son de verdad. Eso es algo de lo que me siento orgullosa porque si están aquí es porque los he cuidado, respetado y sobretodo querido de una forma sincera.
Cuando la rueda da media vuelta te obliga a pensar, te da nostalgia y te sientes dichosa de estar en este punto. Te preguntas si cambiarías algo, si hicieras algo diferente. Y generalmente las personas dicen que no… pero yo diría que sí quisiera cambiar muchas cosas.
Por ejemplo, quisiera que mis padres hubieran vivido muchos años, que hubieran conocido a mis hijos. Quisiera también que vivieran muchas personas que han sido importantes para mi vida y que incluso no me puede ni despedir. Quisiera vivir en mi tierra con dignidad y progreso.
Y aunque quisiera no haber pasado otros momentos de decepción, esos no los quitaría porque no sería quien soy hoy, no estaría casada con el mejor de los esposos, no tendría los hijos que tengo y no estaría lista para los retos de la vida.
¿Qué he aprendido?
Ufff, muchas cosas que sé que hasta olvidaré mencionar y las que me toca aprender hoy… porque todos los días se aprende.
Aprendí a no juzgar a las personas sino a tratar de ponerme en sus zapatos y ayudar. Aprendí a que no siempre la vida te regala una sonrisa y que no todas las flores que tiras te las regresan. Aprendí a estar orgullosa de ser sincera y a decir las cosas de frente.
Aprendí incluso que en lo profesional la universidad solo es el comienzo porque te falta la experiencia que solo se obtiene en el día a día y que muchas veces cambia lo que dicen los manuales.
Aprendí a que las personas más simples son las más completas y mejores seres humanos.
Pero por sobre todas las cosas aprendí a creer en mí, a amar y a vivir el amor de mis hijos.
Hoy vale más el tiempo con mis hijos y mi esposo que cualquier otra cosa.
Aprendi a amar a mi esposo con más fuerza porque con los años lo que tiene valor es saber que has tenido una mano que te ha sostenido y un hombre que ha caminado junto a ti sin perder las fuerzas de amarte y de siempre estar ahí.
Aprendí a vivir la vida más serena, a reírme más de lo que siempre me río.
Aprendí a ver pasar a la mentira, la falsedad y la hipocresía y simplemente decirle adiós y seguir.
Hoy sé que ayudar me pone en el bando de los bendecidos en poder dar, porque algún día estuve en el de los que recibía.
Hoy valoro la humildad y la gratitud como pilares claves en un ser humano.
Ahora trato de superar mis miedos y sobre todo de vivir.
Hoy soy capaz de dejar la casa patas arriba por pasar un día con mis amores sin preocuparme de nada.
Ya no me importa tanto tender las camas y que mis hijos no la desordenen, ya quiero que estén en casa aunque las camas sean un nido.
Ahora los espejos me asustan, ja, ja, ja, aunque al pasar por ellos aún me reconozco.
Ya no importa quitarse los años, la edad que tienes la vida la sabe bien.
Aprendí a ver lo más hermoso en lo más simple.
Ahora bailo la música de mis hijos y repito…”en mi época,” sí, porque ya soy de otra época aunque aún no me lo crea… y tambien me toca escuchar de ellos…”tu no entiendes mami.”
También aprendí a sacar muchas veces la niña que aún vive dentro de mí porque ya se que eso te ennoblece el alma.
No crean que me dejaré caer (así dicen los cubanos) No, para nada. Los que me conocen saben que trato de llevar los años con dignidad, pero sobre todo no quiero que envejezca mi alma. No quiero dejar de dar lo mejor de mi a otros, dejar de enseñar las cosas que ha aprendido con el paso de los años.
No quiero perder la alegría, el amor a la música, a la risa, a las fiestas (así que hoy no será), pero estaré de fiesta todas las veces que pueda 🙂
Hoy me van a perdonar este post, no tiene introducción y el desarrollo está bien desordenado… pero tiene una buena conclusión y es que la vida hay que vivirla, sentirla y guardar sus hermosos momentos dentro de ti porque esos te acompañarán siempre.
Y que cuando cumplas 50 años, sigues siendo la misma (con más años, eso sí) pero tu esencia y tu ser es igual… no creas que te levantarás diferente ese día en específico. Ya poco a poco con los años has ido cambiando.
Así mismo dejaré este post, así están mis ideas hoy… ¿creen que estoy menos coherente que ayer? Ja, ja, ja es que ya tengo media rueda. Así que seguir con ustedes compartiendo las experiencias de la vida.
Me gustaria saber si alguna se ha sentido identificada conmigo y su experiencia con el paso de los años.
Un beso y les deseo que cumplan muchos años más de los que tienen 🙂
“Cambia las hojas, pero nunca olvides tus raíces.”
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