Escribir es algo que uno se puede planificar pero indiscutiblemente cuando mejor y más fluido escribes es cuando algo o alguien te sirve de inspiración. Cuando algo así pasa casi el teclado de mi computadora escribe solo. Y esto me sucedió hace unos días, cuando en mis redes sociales veia un video y mientras lo veía ya casi estaba escribiendo este artículo.
Si pudiéramos regresar el tiempo muchas veces es una expresión ya hecha y que la usamos en diferentes momentos de la vida. Por ejemplo, queremos regresar el tiempo y volver a ser jóvenes, o volver a la niñez, volver a degustar los dulces de la abuela. También regresar en el tiempo para no haber elegido a esta u otra pareja, o no haber hecho algo por alguien que al final no se lo merecía. No haber sido tan arrogante con aquel chico guapo que quizás hubiera sido un novio genial o simplemente no habernos equivocado en esto o aquello. Siempre estamos mirando atrás y vivimos con nostalgia de lo que no hicimos, o a quien no quisimos o lo que no disfrutamos el momento.
Mirar atrás en cierta medida es bueno porque recordamos momentos inolvidables de la niñez, de la juventud, de personas importantes en nuestras vidas que ya no están, o de un amor pasado, o de aquellas vacaciones inolvidables. Recordar es volver a vivir, es buscar dentro de ti aquellas personas, cosas y momentos que forman parte de tu vida.
El video del que les hago mención trata de ese sentimiento nostálgico del que padecemos las madres cuando los hijos crecen y que nos lamentamos de que ya no son nuestros pequeños.
El video llama a las madres a criar con más calma a los hijos y dedicarle más tiempo para después no lamentarse cuando hayan crecido de todo lo que no hicieron. Al verlo te obliga a pensar, a mirar hacia atrás y ver cómo fuiste cuando tus hijos eran pequeños. De más está que les diga que yo terminé de verlo con lágrimas y pensando así…
“Si pudiera regresar el tiempo yo también criaría a mis hijos con más calma, les dedicaría más tiempo del que lo hice. No me ocuparía tanto por mantener la casa ordenada, lo dejaría todo para después, pasaría horas jugando con ellos sin mirar al reloj.
Los dejaría que se ensuciaran al comer, los dejaría bañarse más bajo la lluvia, saltar en la cama. No cuidaría tanto que no rompan sus zapatos, me quedaría en casa para cuidarlos, los hubiera regañado menos, no los hubiera llevado a la guardería y jamás les hubiera puesto un castigo por aquella cosa que no hicieron bien.”
Ufff nada bien estos pensamientos Giselle, casi terminé crucificándome yo misma ja, ja, ja.
Y es que cuando vemos que los hijos ya crecieron empezamos con un sentimiento de nostalgia inevitable. Y este sentimiento precisamente es el que nos lleva a cuestionarnos como madres.
Amamos tanto a nuestros hijos que ni siquiera creemos que lo hemos hecho bien. Pero además, ya el paso de los años y la experiencia nos han dado otra visión de la maternidad. Ya pensamos en las cosas que hicimos y generalmente nos decimos que ahora las haríamos diferentes. Al mirar atrás, somos duras con nosotras mismas.
Pero después de tener en mi mente estos pensamientos que les compartí, reflexioné y volví a la realidad. Y fue ahí donde fluyeron las ideas una tras otras y escribí este post. Lo titulé en un principio solo “Mirando hacia atrás.”
Y es que así no es la vida. La vida no puedes vivirla mirando siempre hacia atrás, al contrario tienes que mirar siempre hacia adelante e incluso hacia lo lejos. La vida es ensayo y error y seguir hacia adelante.
Ser madre es algo que ni pasando toda la vida en una escuela de madres (si existiera) te lo pueden enseñar. Tienes que vivirlo, sentirlo y hacerlo tan bien como creas y puedas.
Ser madre lo descubrimos en el dia a dia. Porque cuando te conviertes en madre, te dan un ser en tus brazos al que tienes que conocer y descubrir al igual que él a ti.
Ser madre es hacerlo todo a la vez. Es atender también las necesidades de tus hijos como el que vivan en una casa limpia, el que se alimenten, el que tengan rutinas y donde haya límites y consecuencias.
Ser madre es tratar, cuidar, equivocarse, poner reglas, enojarse, desesperarse pero sobre todo AMAR.
No somos perfectas así que un dia al mirar atrás pensaremos que hubiéramos hecho algo diferente. Pero nunca olvides que nuestros hijos son producto de todo lo que aprendimos y crecimos con ellos.
Son también el resultado de las veces que nos equivocamos y resolvimos la situación como mejor creímos. Si bien es cierto que se vive en estos tiempos con mucho apuro. Esta es la realidad y podemos modificarla un poco pero no cambiarla 100% y no vamos a dejar de ser madres porque se vive una vida más agitada.
¿Es que acaso les parece que las madres de otras épocas eran mejores?
¿Es que acaso piensan que no les quedaron cosas por hacer? ¿O que no se equivocaron?
No, también se equivocaron y se perdieron algo de sus pequeños. Porque es así, porque ser madre es aprender día tras día. Las madres trabajamos, estudiamos, somos esposas y porque además somos humanas y nos cansamos, nos agotamos al igual que cualquiera.
Cuando mires atrás:
No tengas dudas de que tú eres la mejor madre que tu hijo pudo tener aún en esos días en que te faltó la paciencia y te falló tu instinto.
Y no les digo que no da nostalgia verlos crecer. Si da mucha nostalgia y añoranza de que ya no sean bebés. Porque ser madre es tan hermoso que lo queremos volver a vivir muchas veces.
Pero yo al mirar atrás escogeré mis pensamientos y sentiré nostalgia pero no de lo que no hice, o de lo que no disfruté, o de cuando no les tuve paciencia a mis hijos, o de cuando me equivoqué….
¿Saben por qué?
Porque si no pasó o no lo hice es porque en el momento en que viví mi maternidad no pude o no supe hacerlo de otra manera.
Si en algo me equivoqué, aprendí.
Si me cai, me levanté.
Si lloré, me sequé las lágrimas.
Si no tuve paciencia, lo superé.
Y si un dia crei que no lo lograria, lo logré.
Y crié dos hijos con valores y con amor. Y hoy estos hijos que tengo son resultado de lo bueno y lo no tan bueno que he hecho por ellos.
Mis hijos son producto y fruto de todo lo que la vida me enseñó, me golpeó y me hizo enfrentar.
Son los hijos de una madre real y no perfecta.
Miraré atrás satisfecha y orgullosa.
Entonces de lo que si sentiré nostalgia es de que mis hijos ya no sean pequeños, extrañaré sus besos babéndome toda la cara, o escuchar sus vocecitas llamándome mamá.
Llevarlos a jugar al parque, que se duerman dándome la mano o en mi cama y que estén en casa jugando con sus carritos y esperando que les dé de comer. Esas cosas si me dan nostalgia y es que para las madres siempre será poco el tiempo para disfrutar de los hijos.
Pero seguiré mirando hacia adelante, seguiré errando y tratando de arreglarlo. Seguiré educando, y poniendo reglas. Seguiré siendo la madre amorosa e imperfecta de mis hijos
Y disfrutaré de ellos cada segundo y los veré como mis pequeños aunque estén ya grandotes. Porque ver crecer a los hijos es una experiencia única.
Así que cuando mires atrás solo siente orgullo de lo que fuiste capáz de hacer, de la madre que eres, porque la mejor madre que han tenido tus hijos eres tú.
[…] Mirando atrás: sin culpas ni lamentos por Experiencias de la vida […]